11 de mayo de 2010

Últimamente siento que ando corta de tiempo. Demasiadas cosas para hacer y un día no alcanza. Veinticuatro horas que ya no están rindiendo tanto como antes. Y eso provocó que durante todo el fin de semana esté pensando en aprovechar el tiempo. Si uno analiza bien la situación, en cada uno de nuestros días siempre hay un ratito que desearíamos suprimir; un rato en el que pensamos 'quisiera irme a mi casa', o '¿cuanto faltaaaaaa?'. Ya sea porque estás esperando el micro, porque tenes que estudiar, porque las horas en el colegio no se terminan más, etc. solemos padecer de estos ratitos que odiamos. Rogamos que el tiempo pase más rápido, queremos pasar a  otra escena, otro escenario.
PERO y ahí viene la parte interesante, vivimos pensando en lo corta que es la vida. Entonces, ¿para qué pedir que el tiempo pase más rápido? Y me propuse, por lo menos intentar, disfrutar de esos momentos inútiles. Convencerme de que es un placer estar paradita esperando el micro y aprovechar ese rato para ordenar mis pensamientos;  estoy tratando de convertir cada segundo que pasa en un momento útil. Disfrutar de descansar, de caminar, de comer, de todo.
El problema es que, a partir de que se me ocurrió esto, las cosas no me están saliendo del todo bien y cuesta más conservar la calma y sonreír, pero está bueno. Ahora hay que ver cuanto duro con esto...

No hay comentarios:

Publicar un comentario