16 de noviembre de 2010

Fue como caerse de un precipicio, pasar de estar sumamente preocupada por algo tan superficial como la decoración de un boliche, a enterarme lo que había pasado.
No me voy a olvidar nunca de todas las veces que me quedaba a dormir en tu casa y que lo primero que hacia apenas me levantaba era acompañarte a hacer las compras. Era obligatorio pasar por la loteria y que me dejes elegir algunos números. La catorce era como una extensión de vos mismo, te la pasabas dando vueltas por ahí. Nos pasabamos horas y horas caminando y llegabamos justo para la hora de la comida, antes de que la abuela nos retara porque se enfriaba.  Después de comer, (alguna de tus ensaladas raras y muchas frutas, "nada de postres") jugabamos a las cartas. Voy a extrañar eso. O tirarme con vos a dormir la siesta al sol en verano. Por dios, jugarte carreras en la pileta! Que abuelo es tan copado como para ponerse a jugar quien aguante más abajo del agua con todos los nietos?
Por lo menos sé que tengo miles de millones de recuerdos con vos, que la pasaste bien, y que disfrutaste la vida como tiene que ser. Todas tus frases de campo, tus estrategias para jugar al truco, tus abrazos, tus remedios caseros, todo todo todo eso que fuiste, lo llevo conmigo y es parte de los recuerdos más lindos que tengo. Te voy a extrañar, es más, ya te estoy extrañando. Ayer, cuando entré a tu casa, esperaba que aparecieras en cualquier momento. Veia a los perros tristes, lo juro, y faltaba algo, faltabas vos y siempre se va a notar. Y despues, cuando estaba por irme a casa, pasé por la plaza a la que ibamos cuando era más chica, y fue lo peor, y me hizo extrañarte más y más y más. Pero bueno, te quiero, te quiero te quiero y te quiero más.

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